Siempre me consideré una persona que se estresa con facilidad. El día a día, las responsabilidades, las tareas pendientes que nunca terminan… todo eso puede sentirse abrumador. Pero en el último tiempo, he empezado a darme cuenta de algo: no es solo cuestión de organización o de hacer listas interminables. Lo que realmente estoy necesitando es empezar a conectar conmigo misma, con mis emociones y con esos pequeños momentos que me hacen sentir bien.

Y siento que no soy la única. No os pasa? Vamos por la vida en piloto automático, saltando de una tarea a otra, sin detenernos a pensar en cómo nos sentimos. Por eso, creo que está bien que busquemos espacios de calma en medio del caos, que hagamos pausas para reconectar con nosotras mismas. Y ahí es donde entran los pequeños rituales.

No hablo de grandes cambios ni de horas de meditación (aunque si eso te funciona, genial, a mi no tanto). Hablo de esos gestos simples que nos ayudan a sentirnos mejor:

Ponerte una prenda que te haga sentir cómoda y segura en lugar de algo que simplemente “tengas que usar”.

Empezar el día con un té o un café en calma, sin correr ni mirar el móvil en los primeros minutos del día (nosotras amamos empezar el día con un matcha).

Tomarte cinco minutos para respirar profundo cuando sientes que todo se acumula.

Poner música que te haga bien mientras trabajas o te preparas (a mi me ayuda a callar el ruido de mi cabeza).

Mover el cuerpo de la forma que te haga disfrutar, sin la presión de hacerlo “perfecto”.

Cerrar el día con un momento para ti: una ducha relajante, un libro, escribir un poco… lo que sientas que te ayuda a desconectar.

Son detalles, sí, pero suman. Porque no se trata solo de cumplir con todo lo que hay que hacer, sino de encontrar maneras de hacer que cada día tenga algo que nos haga bien. Algo que nos recuerde que estamos aquí, viviendo, sintiendo y cuidándonos en el proceso.

Así que si últimamente te sientes sobrepasada, quiero recordarte esto: está bien hacer una pausa. Está bien elegirte. Y está bien darte esos pequeños momentos que te devuelvan a ti misma. Porque al final, esos rituales no son solo hábitos, son un acto de amor propio.